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Consejos para el manejo de situaciones estresantes

 Don Jurisprudencio, en sus tiempos mozos, hasta árbitro de fútbol fue, no propiamente con la pinta de los árbitros que recientemente pitaron los partidos de la copa américa, ni en estadios de primera o segunda categoría, pero sí en los “picaos” que se hacían en los potreros a “pata limpia” y con bola de trapo.

No duden que Don Juris, recibió madrazos y hasta proyectiles, lanzados desde la tribuna, todavía en su testa existen los vestigios de ello. Pero eso sí, don Juris siempre actuó con inteligencia emocional.

Don Jurisprudencio, en sus tiempos mozos, hasta árbitro de fútbol fue, no propiamente con la pinta de los árbitros que recientemente pitaron los partidos de la copa américa, ni en estadios de primera o segunda categoría, pero sí en los "picaos" que se hacían en los potreros a "pata limpia" y con bola de trapo.

No duden que Don Juris, recibió madrazos y hasta proyectiles, lanzados desde la tribuna, todavía en su testa existen los vestigios de ello. Pero eso sí, don Juris siempre actuó con inteligencia emocional.

Varios psicólogos coinciden en manifestar que la inteligencia emocional comprende la capacidad de reconocer, comprender y regular nuestras propias emociones, así como la capacidad de percibir y responder a las emociones de los demás.

Al igual que un árbitro, un conductor de un colectivo, un docente o cualquier otro funcionario público, deben estar preparados para enfrentar las emociones de los usuarios. A manera de anécdota este servidor recuerda, cómo en los famosos buses TSS (Transporte sin subsidio) los desesperados pasajeros en plena inclemencia meridiana le vituperaban al conductor, cuando no accedía a parar a su voluntad: "Oiga viejo **xxx** me va a dejar donde la **xxx** de su madrecita". Contrario a lo que hoy podría pasar, el conductor, no sin antes ponerse pálido, respiraba profundo y accedía al "amable pedido".

En el mismo sentido, nosotros los docentes, estamos expuestos a las reacciones inesperadas, actitudes agresivas, palabras inapropiadas y muchas conductas más por parte de alumnos, padres de familia e incluso de los mismos docentes o directivos; que pueden lesionar nuestra dignidad y hacernos salir de la ropa.

A nuestro correo, han llegado inquietudes, sobre casos de manejo de "emociones", los cuales vamos a responder.

 Desde Planeta Rica, nos preguntan: Don Jurisprudencio, ¿se puede hablar de matoneo de alumnos sobre docentes? (Mariela Rico)

Apreciada Mariela, el Bullying o matoneo, entendido como agresión ejercida con el deseo de lastimar, degradar o humillar o aislar a otra persona, puede ir en cualquier dirección, y los docentes no somos ajenos a esta situación. A propósito, cabría preguntarse:

¿Cuál maestro o maestra, no ha sido objeto de apodos?

¿Cuál maestro o maestra, no ha sido, al menos una vez en la vida, objeto de críticas, hostilidad o humillaciones por su vestir o su peinado o por los remoquetes?

La intimidación puede provenir de varias vías: agresiones verbales, físicas, humillaciones, acoso en las redes sociales y muchas más.

 Desde Funza, nos pregunta el profesor Mateo Torrealba: Don Jurisprudencio, ¿cómo debemos actuar en caso que un docente sea agredido, física o verbalmente?

Apreciado profesor, un saludo a sus colegas funzanos. A propósito de su pregunta, doña Tulia, decía: "Mijo, la mejor palabra es la que no se dice y el mejor golpe es el que no se da".

Respire profundo y si puede cuente hasta cien, antes de responder. Proteja su dignidad, no busque en ese momento venganza, ni humillar al agresor. Contrólese, no pierda la compostura, con ello demuestra fortaleza y seguridad.

Fácil es decirlo, pero recuerde apreciado maestro o maestra que, en la mayoría de los casos, está ante una persona en formación, inmadura, imbuida en la mayoría de los casos por un ambiente hostil.

En ningún momento entienda que nuestro consejo es actuar como si no hubiera sucedido nada. Contrario a lo anterior, se le invita inicialmente a actuar con paciencia y sin tener que emular a Job; seguir los protocolos que para dicha situación existan en la Institución Educativa y seguir los procedimientos, que existen en la Ley 1620 de 2013 y su Decreto Reglamentario 1965 de 2013.

 Nos preguntan desde Tunja. Don Jurisprudencio, en días pasados una alumna de 13 años me propinó una cachetada, yo en legítima defensa, me defendí y se la devolví. ¿Actué bien? (Sor María Benavidez)

Mi apreciada Sor, considero que como dicen por aquí "se le fueron las luces". Por ser un tema muy delicado, acudamos a la doctrina que manifiesta: "Agresión y defensa son, entonces, los extremos en contradicción que se enfrentan en el desarrollo de la legítima defensa. El requisito de proporcionalidad sólo establece un límite máximo al que puede llegar la acción defensiva, tanto para la lesión de bienes del agresor como a la clase de bien que se puede lesionar con la repulsa. La proporcionalidad denota cotejar fuerzas y posibilidades del agresor, por un lado, y las del agredido, por el otro. Es una adecuación entre la intensidad de la agresión y la intensidad de la defensa, debiendo medirse la proporcionalidad no solo con la comparación de medios de defensa frente a los de ataque, sino con todos los elementos fácticos que concurren en el evento, es decir, las circunstancias de tiempo, modo, lugar, calidad de bienes, personalidad y capacidades físicas y mentales de los sujetos enfrentados, siempre teniendo en cuenta que no se trata de una adecuación comparativa o competitiva, sino de una adecuación para la defensa". (Legis. Ámbito Jurídico)

En el caso narrado, considero que, no existió proporcionalidad entre la agresión de la alumna y su reacción, motivo por el cual considero que en una próxima oportunidad debe actuar con inteligencia emocional.

 Don Juris. Soy docente de Cali y mi Dios me prodigó de bastante “derrier” que llaman ahora. Con frecuencia y a mis espaldas han subido a las redes sociales “memes”, haciendo mofa de mis atributos. ¿Qué debo hacer? (Griselda)

Mi apreciada Griselda, como dice la canción de los Latins Brothers al referirse a las caleñas: "Caminando van por las aceras, contoneando llevan su cintura, ellas mueven las caderas, como los cañaverales"

Dejando a un lado esta hermosa canción, que resalta el valor y belleza de la mujer; en el caso en cuestión se tipifica "ciberacoso" , el cual debe ser manejado a través del protocolo establecido para estos casos dentro del Manual de Convivencia. La responsabilidad de actuar en esta situación es de la institución educativa quien debe recabar las pruebas que le permitan actuar contra los agresores; procurando evitar que estas situaciones se vuelvan a presentar en el futuro.

 Don Jurisprudencio, soy docente del municipio de Villavicencio, en días pasados un alumno de once ofendió el nombre de mi señora madre y yo, que no estaba de muy buenas pulgas, le repliqué hasta la tercera generación. El rector me está llamando a descargos, ¿cómo debo proceder? (Pacífico Morantes).

Apreciado profesor, debió haber actuado haciendo alusión a su nombre. En situaciones como esta el docente por ser una persona con mayor madurez sicológica, debe actuar con prudencia y tranquilidad y respirar antes de responder, con el fin de evitar complicaciones. Considero que el Comité de Convivencia Escolar, es el escenario idóneo para solventar esta situación, y no llevarlo a autoridades externas como la Oficina de Control Interno Disciplinario. Recordemos que el Rector conforme a lo establecido en el artículo 10 de la Ley 715 de 2001 y en el artículo 68 del actual Código General Disciplinario, tiene competencia para manejar esta situación.

 Desde Barranquilla, nos pregunta un profe que escribe con el seudónimo de Joselito. Don Jurisprudencio, tengo un curso en especial, en el cual algunos alumnos, al parecer tienen un zoológico de parásitos en su estómago y a sabiendas que saben que me enojo con sus ventosidades; lo hacen a propósito. En estos días me agarraron de mal genio y los traté con palabras fuertes. Algunos alumnos ofendidos informaron a sus padres y amenazaron con llevar esta queja ante la Secretaría de Educación Municipal. ¿Qué debo hacer ahora?

Mi apreciado profe, vuelvo a repetir, falta de inteligencia emocional. En mis inicios como profesor de bachillerato tuve una experiencia parecida, ante la cual fue tanto mi enojo que estuve a punto de saltar del tercer piso. Al llegar a la sala de profesores, un colega curtido en las artes me dijo: Mijo la fórmula es muy simple, en una próxima oportunidad se sale del salón y les cierra la puerta para que disfruten de sus aromas.

Considero que esta situación, al igual que las anteriores, se puede manejar internamente en el Comité de Convivencia Escolar.

Mis queridos profes, a sabiendas que no somos "personas de caucho", los invito a actuar con prudencia e inteligencia, en situaciones estresantes, como las que en esta entrega tratamos de recrear. No vale la pena complicarse por actuaciones precipitadas que con un poco de mesura y control podemos evitar y sobre todo lograr los objetivos de corregir y formar.