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Kafka y la crítica al acceso a la justicia: el cuento "Ante la Ley"

1. El pasado 3 de junio se conmemoraron 100 años de la muerte de Franz Kafka, el gran escritor checo que nació en Praga en 1883. Su obra se considera entre las más importantes de la literatura contemporánea y de gran influencia en escritores como Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Jorge Luis Borges, Eugéne Ionesco, John Maxwell Coetzee y Gabriel García Márquez. Con gran maestría y crudeza trata temas sobre la conflictiva existencia humana, los problemas psicológicos que afrontan los personajes, sus miedos, estados de ansiedad, alienación y frustraciones, las asimétricas y autoritarias relaciones de poder en la familia, la sociedad y las instituciones, donde el realismo se mezcla con lo fantástico.

2. Entre las obras más conocidas de Kafka se encuentran las novelas El desaparecido (1912); El proceso (1914 y 1915) y El castillo (1922) que, según los analistas, se encuentran inconclusas. Igualmente, la novela corta La metamorfosis (1915) y muchos ensayos, relatos, cuentos y abundante correspondencia publicada después de su muerte.

3. En 1906 Kafka se graduó como abogado. Hizo prácticas en un tribunal civil y en un tribunal correccional y, luego, trabajó en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo, donde permaneció hasta 1922, cuando fue jubilado anticipadamente por una enfermedad pulmonar. Su función era la investigación y evaluación de las compensaciones económicas que reclamaban los trabajadores industriales por lesiones que sufrían accidentalmente, debido a las inexistentes políticas de seguridad laboral. Según su amigo Brod, Kafka adquirió gran parte de su conocimiento del mundo y de la vida con el contacto con los obreros que sufrían injustamente por las mutilaciones y por una burocracia insensible. "-Que modestos son estos hombres-, me dijo cierta vez con los ojos muy abiertos, -vienen a pedirnos algo. En lugar de destruir el Instituto y aniquilarlo todo, vienen a pedirnos algo-" (Brod, 2000, p. 99).

4. "Ante la Ley" es un cuento corto que Kafka escribió en 1914 y se publicó en el volumen Un médico rural en 1919, es considerado uno de los mejores cuentos en lengua alemana y fue traducido por Borges en Antología de la literatura fantástica.

Se trata del relato de un campesino que llega hasta el palacio de la ley, que puede ser interpretado como el Palacio de Justicia, y quiere entrar en él, pero se encuentra en la gran puerta abierta con un guardián que se lo impide, porque ese día no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si luego podrá entrar "es posible, dice el guardián, pero no ahora."

El guardián le explica que adentro hay varias salas y en cada una un guardián más severo. El campesino piensa que la ley debe ser accesible en todo momento a todos, pero prefiere esperar y así pasan los años. "Intenta muchas veces ser admitido y fatiga al guardián con sus peticiones". En su desespero le entrega todo lo que había llevado en un intento de sobornarlo, el guardián no se rehúsa, pero aclara que acepta para que no piense que ha omitido algún empeño.

Apenas si percibe en la sombra una claridad que fluye inmortalmente de la puerta de la Ley. Ya no le queda mucho que vivir. En su agonía los recuerdos forman una sola pregunta, que no ha propuesto aún al guardián. Como no puede incorporarse, tiene que llamarlo por señas. El guardián se agacha profundamente, pues la disparidad de las estaturas ha aumentado muchísimo. ‘¿Qué pretendes ahora?’, dice el guardián; ‘eres insaciable’, ‘Todos se esfuerzan por la Ley’, dice el hombre. ‘¿Será posible que en los años que espero nadie ha querido entrar sino yo?’ El guardián entiende que el hombre se está acabando, y tiene que gritarle para que le oiga: ‘Nadie ha querido entrar por aquí, porque a ti solo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla.

5. Varias lecturas sugiere el texto con profundidad crítica: (i) la existencia monumental y solemne de un palacio de justicia visible para todos, con las puertas abiertas, pero inaccesible, y que genera confianza en que allí se obtendrá una solución justa y equitativa, especialmente para los más débiles o desprotegidos, lo cual es una mera ilusión; (ii) se trata de una estructura compleja con muchas salas o instancias, en las cuales existe un vigilante cada vez más severo que tiene el poder de decidir el acceso a su interior, es decir, el mundo de las ritualidades y exigencias procedimentales, sin cuyo cumplimiento no es posible una decisión sustancial o de fondo; (iii) una larga y angustiosa espera de justicia y, en cuya desesperación, el reclamante acude a prácticas de corrupción, sin ningún resultado, pero de las cuales se lucra el vigilante; (iv) un desenlace de frustración y desengaño: la justicia no llegó, el reclamante está próximo a morir y descubre con estupor que solo vivió una ilusión absurda, una puerta abierta a la justicia la cual no pudo traspasar y que solo era para él, establecida exclusivamente para él, y luego se cierra definitivamente.

6. Esa imagen inmortal de la justicia institucional que perciben quienes de buena fe pretenden acceder a ella está severamente cuestionada en el relato. Se trata en realidad de un aparato tortuoso, hostil, frío y arbitrario, una estructura burocratizada que se justifica a sí misma en su trámite formal, indiferente a su razón de ser, insensible al sufrimiento, al dolor y esperanza humanos que existen detrás de cada proceso judicial. Un poder despiadado que minimiza y uniformiza, de allí que al final de sus días el reclamante se haya vuelto más pequeño y frágil, es la sensación de vacío y frustración de quién perdió toda esperanza.

7. Una de las situaciones más graves que puede afrontar una organización social es la impunidad y la injusticia. Esto genera desasosiego, corroe la existencia, genera indignación y puede llevar a un estado de deshumanización que justifique la venganza o la acción violenta. De allí la importancia del acceso a la justicia y a una tutela judicial efectiva. Son derechos fundamentales y compromisos ineludibles del Estado.

¿Qué es el acceso a la administración de justicia? Es un deber de un Estado democrático garantizar que todas las personas, sin discriminación, pueden hacer uso de los instrumentos y mecanismos legales para que se les reconozca y proteja sus derechos y también para propugnar por la integridad del orden jurídico o la defensa de los derechos e intereses legítimos, como los colectivos, con plena observancia de las garantías constitucionales y legales. Es presupuesto necesario para la realización y disfrute de los demás derechos fundamentales. De allí la importancia de que todas las personas conozcan sus derechos y los mecanismos de protección, por lo cual es deber del Estado brindar asesoría, orientación y asistencia legal gratuita a quienes, por sus condiciones de vulnerabilidad o marginalidad o de otro orden, no están en condiciones de hacerlo.

¿Qué es el derecho a una tutela judicial efectiva? Es el derecho fundamental que tienen todas las personas a obtener de las instancias judiciales un pronunciamiento de fondo y que produzca efectos reales, integrales y concretos. Posee tres elementos esenciales: (i) el acceso a la administración de justicia, a través del juez natural, imparcial, autónomo e independiente, donde se respete el debido proceso, las garantías probatorias de las partes y se profiera una decisión en un término razonable y sin dilaciones injustificadas; (ii) una resolución en derecho de fondo donde se resuelvan todas las pretensiones de las partes, en forma motivada, razonable, congruente y ejecutable; (iii) el derecho a la ejecución o cumplimiento de la decisión judicial completa e integral en un término razonable. En síntesis, los derechos al acceso a la administración de justicia y a una tutela judicial efectiva fortalecen la democracia y la legitimidad de las instituciones y promueve el avance hacia una sociedad más justa, plural, incluyente y solidaria.

8. La genialidad de Kafka nos dejó como legado una obra monumental que cuestiona sin diplomacia a instituciones judiciales convertidas en máquinas burocráticas laberínticas, lejanas, incomprensibles, hostiles e indiferentes a las tragedias humanas. En este sentido, la literatura cumple una labor muy importante de denuncia y visibilidad de injusticias absurdas que no deberían existir.

Referencias bibliográficas
Borges, J. L. et. al. (1977). Antología de la literatura fantástica. Barcelona. Edhasa.
Brod, M. (2000). Kafka. Buenos Aires. Emecé Editores.