Buscando culpables ante los pésimos resultados de las pruebas "Pisa"
Es posible que nuestro señor Presidente de la República tenga parcialmente razón, en cuanto a los pobres o vergonzosos resultados internacionales que cualifican y valoran la calidad educativa colombiana; unas crueles estadísticas para los maestros que nos dejan muy mal parados ante la comunidad, especialmente con los países asiáticos que, quien lo creyera, nos llevan la delantera, por mencionar algunos, China y Singapur; y es que el líder nacional con su política de cambio, ha cuestionado los mediocres números que nos ubican por allá en el último escalafón de los más malos, es decir, nuestro trabajo pedagógico no es sobresaliente, en pocas palabras, esta y otras veces dentro de dichas pruebas Pisa, nos hemos rajado en la evaluación de Lectura, Matemáticas y las Competencias Científicas.
Se nos vino un borrasca de críticas, como si no tuviéramos suficientes enemigos y detractores que infortunadamente censuran de un solo costado a los educadores, desconociendo las múltiples variables que para tal juicio tiene el mismo sistema de gobierno, con obligaciones muy puntuales; obviamente sin esquivar el grado de compromiso que nos asiste a los docentes, cuando no llenamos para el común las exigentes expectativas; pero hay también otras instancias culpables, permítanme la insistencia, que igualmente participan del pésimo puesto y que acudiendo al oportunismo, se despachan con comentarios malsanos que no contribuyen en nada a plantear soluciones, ni aportan lo imprescindible en cuanto a logística, lo didáctico y el recurso oportuno para quebrarle el cuello a las dificultades y poder, con verdadera eficiencia, preparar el futuro de niños, adolescentes y jóvenes, los que luego en un mañana anhelamos convertir en el mejor fruto de proyección al porvenir: Esos nuevos hombres ávidos de conocimiento, interesados en la academia, amantes del saber, seres con excelente calidad humana, dados a la convivencia que ayuden a construir y hacer realmente de este país una potencia mundial para la vida, suficientemente competentes en el campo laboral.
No es el momento de rasgarnos las vestiduras por la triste realidad que nos embarga e incómoda, incluso nos sonroja a todos; para ser sinceros a la casta política de esta geografía nunca les ha interesado la cultura, por eso no le invierten, puesto que no les da créditos en la campaña electoral.
Hace unas cuantas décadas, a manera de recorderis, años 50 del siglo pasado, a los querendones maestros les pagaban su abnegado trabajo con botellas de aguardiente; que no es historia, sino realidades del poco valor que por siempre para la clase dirigente hemos tenido los misioneros de la enseñanza.
Estos rezagos de ínfimo avance se han venido heredando con promesas y paliativos, atendiendo a los montones con los mínimos; de cobertura, cuarenta y hasta cincuenta estudiantes por aula de clase, en espacios sin condiciones y asistidos bajo la amenaza de recortar personal. Así, como se le pueden pedir peras al olmo.
La Constitución en su artículo 67 repartió responsabilidades a la formación del pizarrón y los abecedarios, en una triada: Estado, Sociedad y la Familia, para que sean ellos los que impartan la educación obligatoria, al menos, en las primeras de cambio.
De este triángulo, papá gobierno coloca los ladrillos y a duras penas les cancela a los maestros; la sociedad, algo abstracta y mercantilista, vende los insumos y hace halago a la propaganda con superficiales capacitaciones; los padres de familia, muchos han convertido la institución en guarderías, mientras salen a las calles a conseguir para los recibos, los impuestos, el sustento y a veces llegan a los templos de los aprendizajes con su cargamento de conflictos y en lugar de acompañar el proceso, se van lanza en ristre en contra de sus directivos, como forma de exteriorizar sus demonios que los mantienen con la sangre caliente y los bolsillos rotos.
Por municipios y provincias, de igual manera en los centros citadinos ante la carencia, al profesor en oportunidades le toca acudir a los métodos tradicionales de tablero, tiza y lengua buscando poder cumplir con el discurso epistolar, enseñando matemáticas contando y recontando los pupitres dañados, culturizando en lengua castellana repasando verbalmente las historias del abuelo, porque las bibliotecas no se alimentan sino de polvo y polilla. Ya no hay libros, tampoco lectores, inclusive docentes, ni estudiantes leen por atender el celular, que, ante la consulta y la economía del tiempo, les maneja la sinopsis. En cuanto a la competencia científica, se sale a recitar recetas teóricas de Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinas, Jorge Reynolds y dos o tres más que como generación espontánea surgieron debido a que los laboratorios, para las prácticas escolares, en los colegios desaparecieron por falta de presupuesto a la compra de reactivos y sustancias propias para la experimentación.
De los nuevos educadores que nos están reemplazando, son campeones mundiales en asuntos tecnológicos, aunque algo les falta, algunos con poca vocación, reducida visión en su horizonte institucional, escasa misión y restringida pasión por la Pedagogía o la humanística; por lo anterior, insisto, difícil cautivar para la creación y la inventiva en la multiplicidad de los saberes. Desde el MEN, abundancia de papelería atendiendo las necesidades o caprichos del momento, y manda a diestra y siniestra cátedras y proyectos transversales de obligatorio cumplimiento.
Los Psicólogos que direccionan y orientan en la exploración vocacional, uno si los hay, para prestar los servicios de escuchar a desorientados, tres mil y más estudiantes por colegio; entonces concluyendo, vamos a darnos la pela para mejorar la calidad educativa con reformas innovadoras, pero practicando la filosofía del profesor Antanas Moukos y su jueguito de la pirinola, aquí "Todos ponen", después nos felicitamos o intercambiamos coscorrones, porque, acudiendo a Ulpiano, "Justicia es darle a cada quien lo que se merece", y esta máxima en nuestro medio no se cumple.
De mi parte los invito a repasar, como solución a lo planteado, mi último artículo en "MAESTROLegal":
"Soñando desde la utopía con instituciones educativas que estudiantes y maestros nos merecemos "; desempolven el mencionado documento.
Dr. Petro, confiamos plenamente en usted y para ubicarnos a la vanguardia en "Pruebas Pisa", antes que termine su mandato, manos a la obra: Inversión a la deuda histórica que tiene la nación con la educación colombiana y con sus artesanos maestros del noble apostolado; aún hay tiempo.