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"Educación y derecho" un sueño posible

En alguna de las escasas sesiones en las que tuve la oportunidad de escuchar a quien considero el más interesante pensador del Estado Social de Derecho en lengua castellana, el gran filósofo político Elías Díaz García, le escuché decir que siempre le podemos prestar un servicio a nuestros valores desde la órbita en la que la vida nos tenga y nos vaya poniendo. Creo que se trata de un postulado que debe regir nuestra conducta, en el cual, nuestras convicciones morales y políticas se constituyen en razones de nuestras acciones.

ste principio de acción resulta difícil de asumir en contextos de poder, en los que nuestras convicciones chocan con el sentir de quienes históricamente han usufructuado ese poderío y, se duelen cuando por el paso del tiempo aquellos que estuvieron sometidos y silenciados, pueden ahora alzar su voz e incluso circunstancialmente acceder a esos espacios de poder.

El Doctor José Eduardo Ortiz Vela cuya abrupta partida lamentamos quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y la gratificante experiencia de interactuar con él; según mi entender, actuó de conformidad con aquella premisa que nos manda comportarnos en consonancia con nuestros valores y principios. Eligió defender a los trabajadores del derecho a la educación y creyó en la exigencia de materializar los derechos de los educadores tal como lo prescribe el Estado Social de Derecho. Escogió como escenario de sus batallas los Despachos Judiciales y los Tribunales, en los que su voz y sus memoriales asumieron la defensa de los docentes que confiaron en el espíritu de quien siempre respetó y consideró la labor docente. Nunca dudo en exponer su malestar frente a una no poco frecuente indolencia judicial y, ante esa sombría mixtura entre arrogancia e ignorancia que asoma, también con no poca frecuencia, en providencias judiciales que sin mayor reato deciden la suerte de los seres humanos que creyendo en el derecho cifran sus esperanzas en quienes administran justicia.

Pero la lucha del Doctor Ortiz Vela se prolongó a la difusión de las noticias que incidieran en el entendimiento de los derechos de los trabajadores y extrabajadores del sector educativo. A través del periódico MAESTROLegal se configuró una ventana de información especializada y actualización para quienes desempeñan y desempeñaron su actividad vial en la docencia.

En el desarrollo de su indeclinable compromiso con el derecho a la educación, el Doctor Ortiz Vela incursionó en el campo editorial con la obra del autor José García Pantoja titulada "La tutela frente al derecho a la educación". Análisis de casos especiales de estudiantes, docentes e instituciones educativas, la cual siempre ponderó como un gran trabajo digno de ser continuado. Fue justamente en ese escenario, el de la edición, en el que coincidimos. Por alguna generosa referencia, fui contactado por el Doctor Ortiz Vela, quien me invitó a publicar un nuevo texto que formase e informase a los interesados en el derecho a la educación.

Inicialmente consideramos la posibilidad de publicar un volumen que explorase a través de la jurisprudencia constitucional, la estrecha relación que en los entornos educativos tienen el derecho a la educación con algunos derechos específicos como la dignidad humana, el derecho al debido proceso y el derecho al trato igual. Por otra parte, se valoró la idea de producir un volumen que se orientara a difundir y explicar las decisiones de la Corte Constitucional que traten esencialmente el derecho a la educación. Finalmente, el fallecido editor se decantó por esta segunda propuesta contrayéndola a jurisprudencia constitucional producida en los últimos 20 años.

Una vez iniciado, al proyecto le surgió una circunstancia relevante en cuya importancia coincidimos con el Dr. Ortiz Vela, se trata de la presentación del proyecto de Ley Estatutaria que regularía el derecho fundamental a la educación. Seguimos con expectativa el tránsito de tan importante proyecto que los gobiernos le deben a este país hace más de tres décadas y tan sólo el actual se animó a impulsarlo; pero las inevitables tensiones políticas que un proyecto de tal trascendencia pudieron más y tuvimos que ver el abandono del proyecto que incluía en el rango legal los componentes esenciales del derecho. Cuando lamentablemente se malogró la Ley Estatutaria, continuamos con el proyecto, pero reajustando una serie de consideraciones que involucraban la que creíamos serían ley. El Dr. Ortiz Vela nunca declinó la continuación del proyecto y, así continuamos con la construcción de los capítulos del escrito, el cual tiene dos apartados introductorios contentivos de aspectos doctrinales y metodológicos y los cuatro restantes se refieren a jurisprudencia sobre cada uno a uno de los componentes esenciales del derecho a la educación.

En la elaboración de cada uno de los capítulos específicos conversamos sobre las formas de presentación de la jurisprudencia constitucional respectiva. Siempre estuvo presente la preocupación por la brevedad de la exposición, pero también consideramos que ese criterio pensado para no fatigar al lector, no podía ser razón suficiente para privarlo de información relevante. Me parece que nuestro extinto editor, no solo quería informar sobre el tratamiento y trascendencia de los contenidos esenciales del derecho a la educación sino también quería formar en lo atinente a estos derechos. Nuestro editor siempre creyó que en sociedades con altos niveles de exclusión y marginación el uso del derecho era la vía legitima de defensa, no solo a través del jurista, sino por cuenta de la actividad ciudadana. La accesibilidad, la asequibilidad, la aceptabilidad y la adaptabilidad; fueron para él un asunto en el que tanto la falta de información como la ausencia de empoderamiento por parte de los dolientes del derecho fundamental a la educación, lamentablemente contribuían al déficit del derecho en detrimento de los educandos y desde luego a la futura y trágica carencia de la educación política de nuestra sociedad. La confianza en la educación como fin y propósito de sociedades mejores involucraba para el Doctor Ortiz Vela a un grupo de sujetos claramente definidos, cuales son: el estudiante, el docente, el padre de familia y desde luego, la administración.

Precisamente en ese ideario el editor soñó con una colección que tal vez respondiera a esas inquietudes, incluso el suscrito y apesadumbrado columnista le sugirió como nombre de dicho proyecto el de "educación y derecho"; al cual podrían incorporarse en un futuro escritos sobre los manuales de convivencia y sus protuberantes fallas que tozudamente insisten en mantener numerosos establecimientos educativos en la autoritaria idea de que enmendar un error o conceder un derecho riñe con la autoridad académica, cuando en el fondo lo que se defiende es la ensoberbecida mezquindad de un micropoder. También se estimó que numerosos derechos constitucionales interrelacionados con el entorno educativo ameritarían un volumen, siempre teniendo como pretexto la jurisprudencia constitucional y la normativa que sobre el derecho a la educación se va acumulando tiempo tras tiempo y, cuya interpretación deben ser preocupación de la doctrina interesada y, eventualmente especializada.

En mi entender, el Doctor Ortiz Vela seguirá interactuando con nosotros y su labor seguirá presente para las futuras generaciones, para ello necesita el compromiso de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, escucharlo y tratar de entender sus sueños y mensajes, continuar con las tareas que se prolonguen en la posteridad sobre la forma en que concibió la responsabilidad del jurista frente al derecho fundamental a la educación. En mi caso, y en honor a la palabra y a una idea en mucho compartida, es mi deber finiquitar el volumen sobre los contenidos esenciales sobre el derecho a la educación, vistos desde una selección de la jurisprudencia constitucional. Entiendo que es el mínimo acto de respeto que la memoria de nuestro editor exige. Así pues, en tanto la vida lo permita y el periódico MAESTROLegal lo consienta, nuestro trabajo verá la luz editorial en el año venidero.