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"Caminando, caminantes, los maestros son unión, echan pata que da miedo, viva la movilización"

Desempolvando la historia del deporte, específicamente lo que compete al ejercicio de andar los caminos, cuenta la leyenda que por allá en la Grecia antigua hubo un soldado llamado Filípides, tal vez el primer atleta o correo humano utilizado como mensajero, quien recorrió 37 km para llevar la noticia de una victoria de guerra, pero infortunadamente murió de fatiga al llegar a las playas de Maratón, un pueblito cercano a la ciudad de Atenas, la capital del Imperio; claro que en este caso y por los tiempos que nos acercan a los Juegos Olímpicos de París 2024, no me voy a detener en tan promocionada actividad.

Traigo a colación dicho certamen, como fundamento para reseñar las marchas en campaña que vivimos con frecuencia en este, nuestro país, que expresa en los diarios su inconformismo por calles y avenidas, levantando la voz del populacho algunas veces en pleno derroche de carnaval y festejos, de los que hoy quiero referirme prioritariamente haciendo hincapié sobre las tres últimas caminatas de un abril 21, mayo primero y junio 17 del presente calendario, aclarando que esta última movilización se extendió por varias jornadas.

El primer recorrido programado por la oposición del actual gobierno, lo vi en la televisión ese domingo 21, repleto de agitadores profesionales quienes protestaron en silencio, eso dijeron los organizadores, aunque utilizaron los medios de comunicación que tienen a su favor; con pocas arengas pero si hubo una afluencia masiva, extraordinaria y casi insuperable por la participación mayoritaria de sus simpatizantes.

Obvio que los contradictores del sistema imperante, respirando por la derrota electoral, se despacharon luego en comentarios ofensivos y repelentes, producto de su cultura triunfalista, declarándose, pienso, muy malos perdedores y son los mismos que hablan de democracia, quizás solo para ellos, ahora sí solucionando falencias, las que no arreglaron cuando estuvieron por muchos años apoltronados en la "mamadera", manejando a su antojo el banquito de las monedas públicas.

La segunda marcha iniciando el quinto mes, esa sí la presencié en vivo, incluso desplazándome en sentido contrario, de la Catedral Bogotana hasta el Parque Nacional, y mi razón, la hora cercana al mediodía buscando transporte para trasladarme a Corferias en plena temporada de la Feria Internacional del Libro, donde tenía mi propia exposición.

En la mencionada caminata que entrelazaba los recordatorios de los trabajadores pioneros del pasado, esta última apuesta acompañada del presidente, gestores culturales, otros artistas y un sinfín de soñadores que contrarrestaban la anterior movilización, emprendieron los pasos de su convergencia hacia el centro de la casa grande, la Plaza de Bolívar.

Inconmensurable exhibición de alegría y carnaval, de deporte, folclor y rebeldía académica recorriendo la calzada de una séptima peatonal, con manifestaciones de vehemencia, pero con disciplina y civilización en la protesta sin acudir a los irrespetos, ni incentivar a la violencia.

Eso me gusta, la una y la otra, exteriorizan formas de reclamarle a los gobiernos, así sea a punta de física cháchara, obviamente sin llegar a los extremos de manchar los suelos con gotas de pasión, o enlodar las aguas con turbios ríos de odio; y como al que no quiere caldo se le dan dos tazas, se nos vinieron más reclamos, que no faltan en Colombia, los gritos clamorosos del maestro nacional. FECODE, bravo y con justa razón, animado por sus apóstoles mayoritarios, rechazando las malas decisiones que pretendían cambiar reglas de juego desde el Senado, Cámara y algunos infiltrados, un memorable junio 17 y otros cuántos días más, el magisterio se volcó a las calles, atravesó la geografía desde las regiones y se instaló en el corazón de la patria, ahí a metros del capitolio; levantó su voz de trueno, sacudió las butacas de los burócratas y sin ánimo de conciliar posiciones arbitrarias, con la ley del pueblo a su favor, tumbamos los cuestionados borradores de una lesiva reforma educativa que a caprichos del salvaje capitalismo nos querían imponer.

Entonces, mis queridos colegas, a superar la gesta de Filípides, desde luego sin acudir a los decesos, porque ahora más que nunca es que nos necesitan vivos, la sociedad y los discentes para continuar torciéndole el cuello a las dificultades.

Felicitaciones Maestros, pero atentos que el demonio acecha con sus alborotos de infierno.