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La edad de la inocencia.



En 1983 nació el internet y con esta herramienta pudimos llegar virtualmente a lugares que ni siquiera habíamos imaginado y se difundieron textos e imágenes que no estaban ni en los mejores archivos de las dotadas bibliotecas públicas. Ese desplazamiento de la casa hacia la librería municipal o hacia las universidades más cercanas dejó de ser necesario, y pasamos de las fichas azules donde tomábamos nota, a descargar la información directamente desde la web. Esta forma distinta de hacer consultas e investigaciones académicas comenzó en Colombia el 4 de junio de 1994, fecha en la que nos conectamos por primera vez al ciberespacio.

Ahora bien, con el boom de los smartphones y las tabletas, y por extensión de redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter o Snapchat, pocos recuerdan que el fenómeno de estar conectado o en línea con familiares y amigos es más viejo y alcanzó su punto culmen con plataformas como Fotolog (2022), MySpace (2003) y Hi5 (2003). Recuerdo que las viejas generaciones tuvimos que diferenciar entre el www del @, pues el primero se refiere a una página web y el segundo a un correo electrónico. También recuerdo que "Starmedia" ofrecía el contenido más cool para abrir la propia cuenta de correo y fue de las primeras empresas de internet que permitió adjuntar archivos y conversar con gente de otras latitudes en sus famosísimas salas de chat.

Muchos nos enganchamos con Facebook en 2004 y empezamos a encontrar personas y a participar en grupos afines a nuestros intereses, enviar y recibir mensajes, establecer contactos y realizar búsquedas. Se volvió nuestro afán subir las mejores fotografías y unirnos a los grupos de la gente más play. Pero años después, muchos cerramos nuestra cuenta porque nos estábamos frustrando o empeoraba nuestra autoestima al compararnos con la gente más exitosa, al darnos cuenta de que la realidad estaba en otro lugar y que era mejor claudicarla antes que seguir perdiendo el tiempo en medio de tanta foto artificiosa, tanto chisme y meme malo, o tantas falsas informaciones y noticias incorrectas. Incluso descubrimos sonetos mal digitados o poemas clichés que llevaban el nombre de Shakespeare o como este que se le adjudica a Borges: "Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto. Me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido. De hecho, me tomaría muy pocas cosas en serio. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos, iría a más lugares donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y ninguno imaginario…". Francamente habría que ser muy inocente para imaginarse al argentino extrañando el helado o subiendo las montañas, pues el genio de la literatura estaba ocupado en temas metafísicos relacionados con la biblioteca de Alejandría, el tiempo y los laberintos, su obra no incluye piezas de autoayuda tan inspiradoras, pero tan pobres en términos poéticos.

A los medios les preocupan las falsas noticias, pero ninguna otra época ha sido tan inocente y perversa en tal sentido. Parecemos estar obsesionados con la vida de otras personas que nos invitan a sus GRWM (arréglate conmigo), cuando vestirse hace dos décadas era el acto más íntimo que podía existir, incluso las madres salían de las habitaciones para que sus niños se pusieran la ropa en total intimidad y libertad. Se volvió rentable hablar sobre temas fitness, tomar vinagre de manzana en ayunas, conferenciar sobre finanzas, ponerse lindo ante los bancos para los préstamos hipotecarios y lo que se debe o no innovar para ser exitoso o vivir bonito. "Lo mismo un burro que un gran profesor", como dice el tango. A la par de profesionales en investigación y de docentes de matemáticas, están las maquilladoras, los influencers que dan recomendaciones nutricionales y aquellos que urden bromas en la calle y opinan sobre quién debe pagar las cuentas en la primera cita. Hace poco estuve viendo que una chica exadministradora de empresas realizó un curso de 4 meses y ahora es "sexóloga" y hace terapias individuales y en pareja. Por supuesto, a la par de sus consultorías, vende productos sexuales, ofrece cursos online y realiza webinar gratuitos. Toda una experta en temas de erotismo y sexualidad.

Fake News significa en español "noticias falsas". Se trata de una información errónea en forma de artículo, imagen o vídeo que se presenta como real y cuyo objetivo es manipular la opinión pública. Los usuarios de las redes o los socialbots son quienes las difunden, comentando, compartiendo o retuiteando su contenido. Sin embargo, las noticias falsas también pueden tener otros objetivos, pues, por ejemplo, algunos titulares sensacionalistas buscan el clickbait, que tiene como intención conseguir que el enlace de la página web obtenga muchos clics y por lo tanto más ingresos por publicidad. También el phishing hace uso de la información falsa y se beneficia de la buena fe de los usuarios, pues es común que se les pida que introduzcan sus datos personales en formularios aparentemente seguros, lo que puede dar lugar a estafas y robos de identidad. Otro fenómeno son las falsedades por correo electrónico a través de cadenas, que amenazan a los receptores con consecuencias irremediables si no se reenvían.

Creo que las Fake News tienen su origen en los falsos expertos y al respecto cabe preguntarse: ¿quién en realidad puede informar?, ¿quién está capacitado para educar? y ¿por qué le creemos tanto a la gente sin título que va por el mundo experimentando con los otros? En síntesis, intento decir que a la par de la información que podemos compartir como textos, ideas, fotografías, vídeos y aplicaciones que nos mejoran la vida, las redes sociales también nos venden falsos estilos de vida. Dirán algunos que eso depende de los algoritmos que determinen nuestra cuenta, pero estoy segura de que a todos, independientemente de lo selectivos que seamos, nos aparecen nutriólogos, politólogos, coaching, sexólogos y expertos en maquillaje. No deseo desdeñar de estas importantes profesiones, lo que aspiro es recalcar que las Fake News no sólo son las mentiras que se inventan algunos para generar los likes sobre políticos, la muerte de las estrellas y hasta fantasear con nuevas leyes en el Congreso que desinforman a los más incautos.

En tal punto, encuentro una conexión entre los falsos estilos de vida y la novela La edad de la inocencia de Edith Wharton (1920), pues en esta se retrata la hipocresía, las falsas apariencias y la lucha por la autenticidad en la alta sociedad de la época. Los personajes se ven atrapados en un mundo de convenciones y apariencias, lo que puede interpretarse como la representación de un estilo de vida falso en contraste con la búsqueda de la felicidad genuina y la autenticidad. Para mí las Fake News empiezan por la gran mentira que estos pseudoprofesionales nos venden. Hay un problema de desinformación, un conflicto de valores porque se gana más dinero a través de las plataformas digitales que estudiando una carrera universitaria. Estamos viviendo la edad de la inocencia porque mucha gente no sabe elegir a quién ver y tampoco está lista para asumir una postura al respecto. Vamos como borregos deslizando el dedo en el metro viendo vídeos. Este traslado hacia la casa nos pone en peligro porque no vemos los baches del camino por andar con el celular en la mano. Nos peleamos en la buseta porque algunos no han entendido que este consumo de vídeos es personal y que no tenemos que someter a los demás a nuestros gustos. En promedio 5 de cada 6 personas están mirando su celular, incluso cuando manejan sus motocicletas. Uno piensa ¿será que es tan urgente eso que va viendo? A veces los espío y me doy cuenta de que se trata de imágenes sobre perritos, gatitos o gente que hace bufonadas en la calle. ¿Ponerse en peligro por semejante adicción? Preferimos el entretenimiento sin contenido intelectual por encima de educarnos, ver una película o conversar con nuestros amigos. Al final de esta reflexión creo que es mejor cambiar la palabra inocencia por ignorancia, pues como lo dijo Aristóteles "Es ignorancia no saber distinguir entre lo que necesita demostración y lo que no la necesita".